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miércoles, mayo 8, 2024

“Esta guerra no se gana con F-18”

Opinion/Ideas"Esta guerra no se gana con F-18"

“Esta guerra no se gana con F-18” Quisimos creer que un solo Estado laico podría acoger a todos: palestinos, judíos, árabes, musulmanes, cristianos… Era difícil. Y descubrí que no podía negar las aspiraciones no sólo del Estado judío a serlo, sino tampoco las de los palestinos a tener un Estado sólo para ellos. Ahora sé que la única solución es que tengamos dos estados. Por Sari NusseibehTengo 55 años: estoy más seguro de envejecer que de madurar. Nací en Jerusalén. Estoy casado con una inglesa hace 30 años: decidí tener mi cuarto hijo en la cárcel. En Palestina se demuestra que ni bombas nucleares ni F-18 deciden hoy ningún conflicto. Allí nace el primer pueblo árabe consciente de que él y no sus sátrapas decide su destinoMi familia es guardiana del lugar más sagrado de la cristiandad: el Santo Sepulcro de Jesús en Jerusalén. Custodiamos sus llaves.

–Toda una responsabilidad.

–Somos descendientes de una de las discípulas del profeta. Llegamos a Jerusalén en el siglo VII con el califa Omar, que nombró gobernador a mi antepasado. Mi abuelo fue el primer exiliado palestino expulsado por las autoridades coloniales británicas antes del nacimiento de Israel.

–Veo que su familia no ha parado.

–Fueron al exilio expoliados y mi padre perdió una pierna en la guerra de 1948.

–¿Por qué los árabes siempre pierden?

–Los últimos siglos hemos perdido, sí. Hay muchas respuestas. Una tecnológica: no fuimos capaces de construir barcos lo bastante potentes como para cruzar océanos. Los cristianos sí, y nos tomaron la delantera comercial en Asia y América, y después nos arrebataron la hegemonía militar y política.

–No es mala explicación.

–Otra es que, en el islam, las herencias se reparten equitativamente entre todos los hermanos: no hay mayorazgo.

–Ni hereu.

–De modo que las fortunas familiares no llegan a concentrarse nunca. Y si no hay capital, no hay inversión y no se pueden crear industrias y nos quedamos sin capitalismo, sin revolución industrial ni tecnológica.

–Y se consuelan con las viejas glorias.

–¡La modernidad nos ha fallado! Intentamos modernizarnos con el nacionalismo panarabista.

–Recuerdo a Nasser…

–¡Ha sido un fracaso! No sólo en el Irak de Hussein, también ha acabado fatal en Siria o en Argelia. ¿Y el marxismo? ¡Otro desastre! No nos funcionó el secularismo, la modernidad o el socialismo ¿Qué nos queda?

–Pues para algunos parece que volver a la edad media con Bin Laden y sus fans.

–Ése es uno de nuestros problemas: el pensamiento islámico contemporáneo tiene la tentación de mirar al pasado y cree que si recuperamos la pureza prístina de nuestras prácticas, con ella regresará el esplendor.

–Eso creía el fascismo europeo y sus imperios y ya sabe cómo acabó.

–Pero en Palestina tengo motivos para ser optimista…

–¡Adelante!

–Lo perdimos todo, pero por eso mismo apostamos por algo que sólo te pueden arrebatar matándote: el conocimiento. Hoy la educación es el valor supremo para todo el pueblo palestino.

–Lo fue para los judíos durante siglos.

–Nuestra esperanza es que cuando los palestinos tengamos un Estado podremos aplicar allí todo lo que hemos aprendido.

–Antes usted y otros idealistas soñaron con un Estado para todos.

–Quisimos creer que un solo Estado laico podría acoger a todos: palestinos, judíos, árabes, musulmanes, cristianos… Era difícil

–Llegar a eso le ha costado quinientos años al Estado español.

–Y descubrí que no podía negar las aspiraciones no sólo del Estado judío a serlo, sino tampoco las de los palestinos a tener un Estado sólo para ellos. Ahora sé que la única solución es que tengamos dos estados.

–¿Solución lejana?

–Solución inevitable. Ni ellos ni nosotros tenemos otra alternativa a esos dos estados excepto seguir matándonos sin sentido.

–¿Por qué la Autoridad Palestina ha sido tan corrupta?

–Yo participé en su creación y por lo tanto soy de los primeros decepcionados: nos equivocamos, pero no somos más corruptos que cualquier otro Estado. Nuestra historia es de apenas diez años. Dennos tiempo.

–¡Qué desilusión!

–Pero anote bien lo que he dicho: nos equivocamos. ¡Nosotros! Y como yo pensamos todos los palestinos. Habrá tiempo para rectificar, pero lo esencial es que en Palestina por primera vez en la historia del islam hay conciencia de que la soberanía emana del pueblo: la culpa es nuestra, de todos.

–¿Qué quiere decir?

–Pues que, hasta ahora, en el mundo árabe el pueblo recibía lo bueno y lo malo de los de arriba con obediente resignación. El palestino es el primer pueblo árabe sujeto consciente de su historia y su soberanía. ¡Por fin! Y si esa conciencia prende en todo el islam, ésta será una gran revolución democrática.

–¿Falta mucho para eso?

–Si mira al paisaje sólo verá en las noticias muertos y bombas, pero, debajo de esa hoguera, madura el entendimiento de los pueblos. Israelíes y palestinos estamos casi preparados para el dolor de crear dos estados.

–Pero Israel tiene su poderío militar.

–¿Usted cree que los F-18 o el arsenal nuclear les sirve a Israel para aplastarnos? Esta guerra no se gana con F-18 ni con alta tecnología ni con superespías geniales. Con todas sus bombas atómicas, los israelíes podrían destruir medio planeta, pero no les sirve para acabar con nosotros. Ésa es la paradoja del poder militar de hoy.

–No creo que el terrorismo la gane.

–Jamás. En 1986 unos estudiantes jordanos me rompieron un brazo enfadados porque corrió la notica de que yo estaba negociando con el Likud.

–Creo que también el Mossad se ha interesado por usted alguna vez…

–Estuve en la cárcel, sí, pero nada que no haya vivido casi cualquier palestino. ¿Y sabe cuál era el título de mi charla aquel día?

–¿?

–La tolerancia. Y acabará ganando.

La fuente: El autor es un reconocido dirigente palestino, Premio Internacional Catalunya 2004. El artículo ha sido publicado por La Vanguardia (España).

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