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El suizo que llegó a ser ministro de Etiopía

SociedadEl suizo que llegó a ser ministro de Etiopía

El suizo que llegó a ser ministro de Etiopía Alfred Ilg, originario del cantón Turgovia, es uno de los suizos del extranjero más famosos. Durante 27 años vivió y trabajó como ingeniero y consejero en Asuntos Exteriores del emperador Menilek de Etiopía. El Museo Etnográfico de Zúrich le dedicó la exposición: ‘Suntuosidad y esplendor en la corte de Menelik. Alfred Ilg y Etiopía en 1900’. Por Katrin Hollenstein La exposición relata la vida de un suizo que emigró a los 25 años y trabajó como ingeniero en la corte del rey de Choa, antes de convertirse en uno de los hombres más influyentes de Etiopía.

El monarca se llamaba Menilek y sería designado luego emperador de Etiopía. Mandó llamar a artesanos, técnicos y consejeros militares de Europa e India y los hizo venir a su corte con la misión de modernizar el país. Su objetivo era construir una nueva capital, nuevos puentes, carreteras y canalizaciones de agua.

Nacido en 1854 en Frauenfeld y criado en el seno de una familia humilde, Alfred Ilg había estudiado en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y respondió de forma espontánea al llamado de Menilek. El viaje a Etiopía fue difícil. Tardó ocho meses en llegar y su estancia en el país se prolongaría 27 años. Alfred Ilg, un ingeniero de éxito Ilg edificó puentes, planificó carreteras, participó en la construcción de la entonces recién creada Adis Abeba (‘Nueva Flor”) así como en la primera canalización de agua que llegaba hasta el palacio real. Instaló máquinas, construyó una fábrica de municiones y enseñó a los etíopes cómo utilizar las nuevas armas.

Alfred Ilg sacó cerca de mil fotografías que ilustran su quehacer cotidiano. El Museo Etnográfico de Zúrich ha seleccionado algunas para trazar una imagen de la vida que llevaba en aquel entonces la alta sociedad etíope – fiel a la tradición y a la vez abierta al espíritu de modernización.

Algunas muestran a la familia real en sus lujosas estancias decoradas al estilo occidental, a Menilek montando a caballo, imágenes de la construcción de la línea de ferrocarril, grupos de danza, escenas de mercado. Joyas, armas, cestos, insignias religiosas acompañan las fotografías – todos ellos objetos que provienen de la amplia colección privada del ingeniero suizo. Consejero político del emperador Más importante que sus trabajos de ingeniería fue su designación como consejero político del emperador. Ilg hablaba y escribía el amárico, la lengua nacional de Etiopía, y mostró una gran lealtad al emperador.

En aquella época de auge colonialista que protagonizaban las grandes potencias europeas el suizo Ilg tenía otra ventaja: era originario de un país neutro, no colonialista, razón por la que se ganó la confianza del emperador.

“Lo quise como a un padre”, solía decir Ilg del emperador Menilek. Y éste a su vez valoraba “los sabios consejos del suizo”, del que se fiaba ciegamente.

Menilek se sentía amenazado por la política imperial de las potencias colonizadoras europeas como Francia, Italia y Gran Bretaña – y con razón. Etiopía era el único país africano que no había sido colonizado.

Fue Ilg quien señaló a Menilek los desacuerdos en el denominado Acuerdo de amistad y comercial con Italia. Y es que a diferencia de la etíope, la versión italiana del tratado de 1889 declaraba a Etiopía protectorado italiano.

El asunto desembocó en un conflicto bélico. “Subestimé las pretensiones imperialistas de los europeos”, escribiría después Ilg en una misiva. La victoria atrae las inversiones En la memorable batalla de Adwa el ejército etíope venció a las fuerzas italianas, que se dieron a la fuga. Fue la primera vez en la historia que un país africano derrotó a una potencia europea.

Para el anticolonialista Alfred Ilg esta victoria supuso una enorme satisfacción. Por un lado se había salvaguardado la independencia de Etiopía, y por otro comenzaban a llegar las inversiones de Europa, gracias a las cuales pudo llevarse a cabo el proyecto de ferrocarril ideado por Ilg.

La línea férrea entre la capital Adis Abeba y la ciudad costeña de Yibuti iba a convertirse en un importante eje comercial. En 1902 se concluyó el primer tramo que se inauguró con una locomotora fabricada en la ciudad suiza de Winterthur. Intrigas en la corte del emperador El ingeniero había alcanzado un momento culminante en su carrera. Elaboró el tratado de paz entre Etiopía e Italia, solía recibir a los enviados europeos y actuaba como intérprete del emperador en las audiencias. En marzo de 1897 fue nombrado oficialmente “consejero al servicio de su excelencia” y fue condecorado con la Estrella de Etiopía, máxima orden del país.

Pero las intrigas pondrían fin a esta etapa de esplendor y se agravaría en 1906, cuando el emperador cayó enfermo.

Ilg fue perdiendo influencia y se retiró a Suiza: vivió con su mujer y sus cuatro hijos en Zúrich hasta su muerte en 1916.

Está enterrado en el cementerio de Enzenbühl en Zúrich y su tumba se recuerda al que se conociera en Europa como “el primer ministro de Etiopía”.

Uno de los aspectos sobresalientes de la exposición fue la exhibición del filme “Alfred Ilg: el abisinio blanco”, de Christoph Kuhn, en el que se da lectura a las cartas de Ilg. Familiares e historiadores documentan los datos biográficos e históricos.

La exposición y el filme ofrecieron un vivo y variado retrato de un suizo extraordinario, que emigró a los 25 años en busca de aventuras y de cambiar un continente.

La fuente: agencia de noticias Swissinfo. La traducción al español pertenece a Belén Couceiro.

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