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Los judeo-marroquíes en Buenos Aires (II)

SociedadLos judeo-marroquíes en Buenos Aires (II)

Los judeo-marroquíes en Buenos Aires (II)

(Primera parte)

Otra de las particularidades de los matrimonios de la comunidad judía yace en la tendencia a casarse con miembros de su grupo de origen. En este marco, cabe el interrogante de si los vínculos primarios y los contactos premigrato- rios tuvieron importancia en la celebración matrimonial. En este sentido, sugerimos que podría ser considerado como un dato revelador el significativo entrecruzamiento y la reiteración de apellidos que detectamos en los enlaces matrimoniales analizados en este estudio, que indicarían la existencia de probables vinculaciones entre miembros de un mismo grupo parental. Como señala Hernán Otero, en este fenómeno cobra importancia el tema de la “alianza” (44). Las prácticas referidas pondrían de manifiesto la continuidad en la Argentina de las costumbres matrimoniales propias del país de origen.

En el Cuadro 8 relacionamos los apellidos de los integrantes de los matrimonios obtenidos en las actas, con el fin de detectar posibles rasgos de parentesco entre sus miembros.

Cuadro 8: Entrecruzamiento de apellidos

Igual apellido N° de matrimonios Padre y madre del novio/a 7 Padre novio/madre novia 3 Madre novio/madre novia 4 Padre novia/madre novio 3 Padre novio/padre novia 1 TOTAL 18

De los 63 matrimonios analizados, 18 (el 28,6%) presentan entrecruzamiento de apellidos.

Interacción con el resto de la comunidad judía y con la sociedad receptora

De lo expuesto hasta aquí podemos inferir que la afirmación extraída de la bibliografia consultada, según la cual el subgrupo de origen marroquí se asimiló más rápidamente a la sociedad receptora que el resto de los grupos de la comunidad judía (45), también se verifica en una instancia posterior. Por esta razón, el autor de las líneas que transcribimos pudo expresar con naturalidad:

“También entonces, un marroquí se casaba con una marroquí; de no ser así suponía casi una herejía, causaba dolor, no era bien visto. Hoy los tiempos han cambiado para mejor; la comunidad judía se ha integrado. Mis propias hijas lo han hecho: una está casada con un judío de ascendencia turca y la otra con un joven de ascendencia ashkenazí” (46).

De modo tal que si analizamos la interacción de este grupo con el resto de la comunidad judía en particular y con la sociedad receptora en general, podremos concluir que durante el período de 20 años considerado para este estudio se registran muy pocos matrimonios mixtos, hecho que se ve reafirmado por uno de nuestros entrevistados, en cuyo testimonio se advierte claramente el modo en que estos inmigrantes elegían casarse con integrantes del mismo grupo étnico. Allí señala que “[ …] su padre llegó a la Argentina a los 14 años solo […] Después fue a la Provincia de Santa Fe con un tío que lo trajo […]; a los 21 años volvió a Ceuta a casarse para darle el gusto a sus padres: fue a buscar novia” (47).

El hecho de que eligieran a su cónyuge a través de este mecanismo se torna comprensible si se tiene en cuenta que en el análisis de este grupo étnico debemos distinguir dos planos que se superponen. Por un lado, el que se relaciona con el lugar de nacimiento y, por el otro, el que se vincula con el aspecto religioso, que implica una mayor diferenciación cultural. Es decir que debían responder a una doble exigencia: el cónyuge debía ser judío y marroquí.

Si analizamos los casamientos de los miembros de este grupo con los del resto de la comunidad judía de Buenos Aires, observamos la fractura que, por motivos religiosos o culturales, se opera dentro de esta colectividad, no sólo con respecto a los integrantes de origen ashkenazí, sino también a los propios integrantes de la comunidad sefaradí.48 Entre todos los matrimonios detectados dentro de la comunidad marroquí porteña entre 1890 y 1910, sólo encontramos dos enlaces con miembros pertenecientes a otros grupos de la comunidad judía:

– un matrimonio con un judío sefaradí, de origen turco, nacido en Smirna, y cuyos padres también eran de nacionalidad turca;

– un matrimonio con un judío ashkenazí, oriundo de Besarabia, hijo de padres de nacionalidad rusa.

Por otro lado, en lo que se refiere a la interacción matrimonial que estos inmigrantes mantuvieron con el resto de la sociedad, sólo encontramos un casamiento con un cónyuge no perteneciente a la comunidad judía: se trata de una mujer nacida en Salto, Uruguay, cuyos padres también eran uruguayos, y, finalmente, un caso, dudoso en cuanto a su religión, de un marroquí casado con una francesa, hija de padres franceses y de apellido típicamente francés (49).

Conclusiones

En las páginas precedentes hemos analizado las pautas matrimoniales de los inmigrantes de origen judeo-marroquí durante el período 1890-1910. Como conclusión de este estudio, afirmamos la existencia de un comportamiento altamente endogámico entre los integrantes del grupo, por lo menos en lo que respecta a la primera generación y en la ciudad de Buenos Aires.

Para completar el análisis incorporamos a este estudio una serie de interrogantes -cómo fueron las relaciones del grupo con el resto de la comunidad judía y con la sociedad receptora, cuál fue el origen regional del grupo, qué estrategias familiares utilizaron para llegar al país-, que nos permitieron obtener una imagen más comprehensiva de todo el proceso.

Nuestro punto de partida consistió en la hipótesis de que dentro de esta comunidad existe una estrecha relación entre nupcialidad y familia, relación vinculada con tradiciones culturales de la comunidad judía, según las cuales los matrimonios eran concertados por los padres dentro de marcos parentales o regionales. Prueba de ello es el notorio entrecruzamiento de apellidos que se reiteran de manera constante.

Simultáneamente, dedujimos una alta probabilidad de que en este grupo haya funcionado la “cadena migratoria”, especialmente si tenemos en cuenta la cantidad de individuos que compartían los mismos domicilios. Del análisis de los datos inferimos también que arribó al país un alto porcentaje de hombres solos, que probablemente abrieron el camino para la llegada de sus padres, hermanas, novias, esposas o amigos, fenómeno reforzado por el hecho de que estos inmigrantes partieron casi exclusivamente de dos ámbitos geográficos (Tetuán y Tánger), lo que supone una alta probabilidad de pertenecer a un mismo grupo parental o regional; a esta situación se suma, ya en el país, una franca concentración residencial de los miembros de la colectividad en barrios bien delimitados. Es allí donde se pondría en práctica la sociabilidad del grupo, en un ámbito de interacción que seguramente puso en movimiento el funcionamiento de redes sociales. Finalmente, suponemos que todos estos factores no sólo posibilitaron sino que retroalimentaron el fenómeno endogámico.

Las conclusiones derivadas de este estudio parcial iluminan algunos de los aspectos que consideramos fundamentales para poder abordar desde la óptica más amplia de la Historia Social -tal como es nuestro objetivo- el estudio de una comunidad de inmigrantes.

Notas:

(1) El presente artículo es una ampliación de la ponencia presentada en el XVIII Congreso Internacional de LASA, realizado en Atlanta, Georgia, en marzo de 1994. Agradezco las sugerencias del profesor Jorge O. Bestene. Debido a problemas jurídico-administrativos, el Archivo del Registro Civil nos permitió relevar las actas de matrimonio sólo hasta 1910.

(2) Margalit Bejarano,’ Los Sefaradíes en la Argentina: particularismo étnico frente a tendencias de unificación”, revista Rumbos, 17-18, p. 144. Véase también Nissim Elnecavé, Los hijos de Ibero Franconia, Buenos Aires, Ed. La Luz, 1981, p. 872, quien calcula que llegaron alrededor de 500 familias.

(3) Varias fueron las dificultades que se nos presentaron cuando tratamos de reconstruir la serie de entradas de estos inmigrantes al país; por ejemplo, cuando las cifras de ingreso no alcanzan las 200 personas anuales, los censos las registran en el rubro “Varios”. Logramos reconstruir una secuencia de 30 años utilizando 3 fuentes distintas: Censos Nacionales (1895- 1914), Memorias del Departamento de Migración (1875-1920) y los Anuarios Estadísticos de la Ciudad de Buenos Aires (1903-1906 y 1910-1914). Véase la serie completa en Diana L. Epstein, “Aspectos generales de la inmigración judeo-marroquí a la Argentina, 1875-1930”, Temas de Africa y Asia, N° 2, UBA, 1993.

(4) M. Bejarano, Rumbos, 17-18, p. 46. La autora cita una clasificación basada en el número de familias registradas en las comunidades a fines de 1960: marroquíes, 4,2%; ladinoparlantes, 35,5%; alepinos, 28,7%; damascenos, 31,6%.

(5) H. Avni lo describe en estos términos: “[ …] fueron los precursores […] fundando así silenciosamente y sin baraúnda, el sector sefaradí del judaísmo argentino”. En Haim Avni, Argentina y la historia de la inmigración judía, 1810-1950, Magnes Press-AMIA, 1983, p. 151.

(6) En ACILBA (Asociación Comunidad Israelita Latina de Buenos Aires) se conserva una carta, fechada el 24 de diciembre de 1875 y dirigida al Gran Rabino de Tetuán, en la que se le informa que el Consejo Directivo de la Congregación en Buenos Aires le remitía 20 libras esterlinas para ser distribuidas entre las familias de las víctimas de cólera de esa ciudad.

(7) N. Elnecavé, op. cit., p. 871.

(8) M. Bejarano, Rumbos, p. 147.

(9) M. Bejarano, op. cit., p. 147.

(10) Víctor Mirelman, En búsqueda de una identidad, Buenos Aires, 1988, pp. 33-34; véase también N. Elnecavé, op. cit., p. 871, y H. Avni, op. cit., p. 238.

(11) Samuel L. Baily realiza una síntesis de los distintos conceptos de “cadena migratoria” en “La cadena migratoria de los italianos a la Argentina. Los casos de los agnonenses y siroleses”, en F. Devoto y G. Rosoli, La inmigración italiana en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1985, pp. 45-61.

(12) Véase la serie completa de la distribución espacial en D.L. Epstein, “Aspectos generales de la inmigración judeo-marroquí en la Argentina, 1875-1930”, citado.

(13) V. Mirelman, op. cit., p. 35.

(14) Juan Alsina, En el primer siglo de la Independencia, p. 109.

(15) Jorge Bestene, “Formas de asociacionismo entre los sirios y libaneses en Buenos Aires, 1900- 1950”, en F. Devoto y E. Míguez (comps.), Asociacionismo, trabajo e identidad étnica, Buenos Aires, 1992. El autor describe allí una evolución económica similar entre el grupo de sirio- libaneses.

(16) Perla H. Bumaschny, La historia del ladino, Centro Educativo Sefaradí en Jerusalem-Sección Latinoamericana, Buenos Aires, p. 8.

(17) El templo, el cementerio y el Club Social Alianza funcionaron independientemente hasta 1976, año en que se fusionaron en una sola entidad: la Asociación Comunidad Israelita Latina de Buenos Aires (ACILBA).

(18) Irving L. Horowitz, “La comunidad judía de Buenos Aires”, serie Judaísmo contemporáneo, N° 1, Buenos Aires, 1966, p. 23.

(19) M. Bejarano, op. cit., p. 143.

(20) I.L. Horowitz, op. cit., p. 19.

(21) Ruth F. de Seefeld, “La integración social de extranjeros en Buenos Aires según sus pautas matrimoniales: Pluralismo cultural o crisol de razas (1860-1920)”, en Estudios migratorios latinoamericanos, 1, 2, 1986, pp. 203-231.

(22) Carina Frid de Silberstein, “Más allá del crisol: matrimonios, estrategias familiares y redes sociales en dos generaciones de italianos y españoles (Rosario, 1895-1925)”, ponencia presentada en las IV Jornadas sobre Colectividades en la Argentina, Buenos Aires, 28 al 30 de octubre de 1993.

(23) Estas actas contienen otros datos valiosos sobre la comunidad. Consultarlas nos permitió corroborar, entre otras cuestiones, el carácter eminentemente comercial de las actividades de este grupo, por lo menos hasta 1910.

(24) Secciones 7, 12 y 13, limitadas por las calles Rivadavia, Paseo Colón, Salta y Caseros.

(25) En 1895, la ciudad de Buenos Aires tenía 663.854 habitantes, de los cuales 53.577, es decir el 8.1%, residía en estas tres secciones. Estas cifras indican que se trata de una zona muy densamente poblada. (Datos obtenidos del Censo Nacional de Población de 1895.)

(26) En ACILBA consultamos los apellidos que figuran en las Actas de Constitución de la Congregación, en las Actas de reuniones del Consejo Directivo, en las Actas de Constitución de la Sociedad Hesed-Veemet (Sociedad Israelita de Socorros Mutuos); relevamos los nombres que figuran en el programa de la “Fiesta de la Colectividad”, organizada por la comunidad el 18 de octubre de 1947, donde figuran los apellidos de los integrantes de la Asociación Castellana de Beneficencia y Misericordia, del Club Social Alianza, de la Comisión Honoraria y de la Comisión Ejecutiva que tuvo a su cargo la organización de dicha fiesta; consultamos la revista Un orgullo de cien años (editada en ocasión de la conmemoración del centenario de la comunidad judeo-marroquí en la Argentina), donde figuran los nombres de los integrantes del Consejo Directivo de la Congregación y los de los miembros de la Comisión Honoraria y de la Comisión Ejecutiva de los actos celebratorios del Centenario de la Comunidad en la Argentina. Finalmente, confrontamos nuestro listado de apellidos con los de los miembros del grupo que habían sido enterrados en el cementerio que la comunidad posee en la zona de Avellaneda.

(27) A pesar del origen judío de estos apellidos, es preciso hacer una advertencia. En el banco de datos del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CEMLA), donde se halla un relevamiento del conjunto de los inmigrantes llegados al país hasta la década de 1920, encontramos varios ejemplos de marroquíes con idéntico apellido, que en algunos casos declaraban pertenecer a la religión judía y, en otros, se declaraban católicos. Si bien para el imaginario de la colectividad “todos los marroquíes que vinieron eran judíos” (como manifestó uno de sus integrantes entrevistado en septiembre de 1992), de los datos obtenidos para la ciudad de Buenos Aires del Censo de 1936 (t. 1, pp. 322-323), sobre 410 marroquíes registrados (incluidos los provenientes de Tánger) surgen las siguientes cifras: el 53.4% figura en el rubro “Israelitas”; el resto está distribuido entre otros ítems, de los cuales los más importantes son “Católicos”, con el 21.4%, y “Ninguna religión” y “Religión no declarada o desconocida”, con el 18.4%. A partir de este estudio, entonces, y sobre la base de que sólo consideramos matrimonios con apellidos judeo-marroquíes, no es posible asegurar con certeza que este grupo pertenezca en su totalidad a la religión judía, ni tampoco si su “conversión” se produjo antes de la inmigración o en el momento de la llegada al país. El hecho de que los portadores de un mismo apellido se reconocieran como judíos o como católicos puede estar relacionado con el intento de estos migrantes por integrarse más rápidamente a la sociedad receptora, básicamente católica (evitando así una posible discriminación), o, en otros casos, la elección pudo haberse producido en Marruecos bajo el protectorado español.

(28) Cuando nos referimos a “casamientos mixtos”, aludimos a una doble situación. Por un lado, denominamos así a aquellos casamientos efectuados entre un miembro de la colectividad judeo-marroquí y uno de la sociedad receptora; por otro lado, existen los que en la comunidad judía denominan “casamientos mixtos” también a aquéllos realizados entre un miembro del grupo ashkenazí con un miembro del grupo sefaradí.

(29) V. Mirelman, op. cit.

(30) Rosa N. Geldstein señala una situación similar para la ciudad de Salta, aunque en una etapa muy posterior, en “Matrimonios mixtos en la población judía de Salta. Un análisis sociodemográfico”, en Estudios migratorios latinoamericanos, N° 9, agosto 1988.

(31) Véase la serie completa en D.L. Epstein, op. cit.

(32) H. Avni y V. Mirelman remiten a Samuel Halphon, “Enquete sur la Population Israélite en Argentine”, JCA Rapport, 1909, para calcular la cantidad de judeo-marroquíes que se habría instalado en Buenos Aires. Para 1909, Avni estima unas 400 personas, y Mirelman alrededor de 700.

(33) Nora Pagano y Mario Oporto, “La conducta endogámica de los grupos inmigrantes: pautas matrimoniales de los italianos en el barrio de La Boca en 1895”, en Estudios migratorios latinoamericanos, N° 4, 1986, pp. 483-495.

(34) Juan Bautista Vilar, “Tetuán. En el resurgimiento judío contemporáneo (1850-1870). Aproximaciones a la Historia del Judaísmo Norteafricano”, Biblioteca Popular Sefaradí, Vol. 2, Caracas, 1985, p. 80.

(35) J.B. Vilar, op. cit., p. 71.

(36) C. Frid de Silberstein, op. cit.

(37) S.L. Baily, op. cit.

(38) J.B. Vilar, op. cit., p. 70.

(39) No sabemos con certeza si los progenitores que figuran como fallecidos murieron en Marruecos o en nuestro país. Teniendo en cuenta el alto porcentaje de padres fallecidos con hijos jóvenes que registran las actas de matrimonio, elaboramos la hipótesis de que la gran mayoría falleció en su país de origen, hecho que podría estar relacionado con las malas condiciones de vida registradas en Marruecos durante la segunda mitad del siglo XIX y con una serie de epidemias (fiebres tifoideas y palúdicas, enfermedades respiratorias e intestinales) que se extendieron en esa época por el país. Así, en 1868 se desató una epidemia de cólera que diezmó a la judería de Tetuán, para luego propagarse a otras regiones de Marruecos. Es a partir de estos hechos que inferimos que los altos porcentajes de mortalidad paterna consignados por las actas se habrían producido en el período inmediatamente anterior a la llegada de sus hijos a la Argentina. Si se considera el total de novios sin discriminación por sexo, obtenemos las siguientes cifras: 19 de ellos tenían ambos padres fallecidos, 21 tenían a sus padres viviendo en el exterior (fundamentalmente en Marruecos) y 36 tenían un padre fallecido y el otro residente en Marruecos. Es a partir de estos datos que concluimos que un grupo de jóvenes inmigrantes llegó solo a la Argentina, es decir, sin sus padres, ya que, reiteramos nuestra hipótesis, aquéllos habrían fallecido o vivirían en el exterior. Si bien la búsqueda de información más precisa todavía no ha dado resultados, la información obtenida hasta ahora sobre la base de datos del CEMLA y nuestra investigación en el cementerio marroquí no prueban lo contrario.

(40) Hernán Otero, “Una visión crítica de la endogamia: reflexiones a partir de una reconstrucción de familias francesas (Tandil, 1850-1914)”, en Estudios migratorios latinoamericanos, N° 15-16, agosto/diciembre 1990, pp. 343-379.

(41) Histoire de 1’Etat d1srael, bajo la dirección de B. Blumenkranz y J. Klatzmann, Toulouse, Privat, 1982, p. 107.

(42) “Diario de la abuelita Bucas Levy, 10-1953”. Agradecemos a su nieta, Alicia Azubel, quien nos permitió consultar estas memorias.

(43) En los datos relevados, en el grupo de mujeres menores de 18 años registramos una contrayente de 15 años y cinco de 16 años. Probablemente la edad de ingreso al matrimonio en las mujeres -más elevada de lo que suponíamos- fue “aumentada”, debido a la legislación vigente que concedía la mayoría de edad a los 22 años, limitación importante para aquéllas que no tenían padres o tutores.

(44) H. Otero, op. cit. El autor entiende por alianza “la unión que pone en juego activamente la participación de las familias de los participantes, de modo tal que el acto matrimonial individual forma parte de un conjunto de estrategias familiares más amplias, destinadas a mantener la posición socio-económica de la familia […]”, p. 363.

(45) Un orgullo de cien años, cit., pp. 24-25. Véanse también M. Bejarano, op. cit., p. 147, V. Mirelman, op. cit., p. 128, Mario E. Cohen, “.Aspectos sociodemográficos de la comunidad sefaradita en la Argentina”, revista Sefárdica, N° 3, 1985. Vale aclarar que nuestro trabajo se limita sólo a la ciudad de Buenos Aires. Es posible que en el interior del país -donde se asentó la mayor parte de la comunidad- las pautas matrimoniales fuesen distintas y, por lo tanto, la asimilación a la sociedad receptora más rápida.

(46) Un orgullo de cien años, cit., p. 7.

(47) Entrevista personal realizada en julio de 1992.

(48) N. Elnecavé, op. cit., p. 871, afirma: “A fines del siglo pasado y a principios del presente afluyeron a la Argentina millares de sefaradim divididos en cuatro grupos, por su origen geográfico: dos provenientes de ciudades sirias de habla árabe […1 Alepo […1 y […1 Damasco, ambas en la Siria actual. El tercero procedía […1 de los países balcánicos Turquía, Grecia, la isla de Rodas, Bulgaria […1 Yugoeslavia e Italia. El cuarto […1 era oriundo de Marruecos”.

(49) El apellido de la familia francesa era “Delange”.

Bibliografía:

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Un orgullo de cien años, en la revista dedicada a conmemorar el centenario de la comunidad judo-marroquí en la Argentina.

VILAR, Juan Bautista, Tetuán. En el resurgimiento judío contemporáneo (1850-1870). Aproximaciones a la historia del judaismo norteafricano, Biblioteca Popular Sefaradí, Vol. 2, Caracas, 1985.

La fuente: Diana Epstein es investigadora de a Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Este trabajo fue publicado por el Instituto de Historia y Cultura de América Latina, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Tel Aviv.

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