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jueves, mayo 9, 2024

Encuentro de dos fines de historia

Opinion/IdeasEncuentro de dos fines de historia

Encuentro de dos fines de historia

Un análisis de la actual coyuntura en Libia tras el encuentro entre Francis Fukuyama y el coronel Khadafi y a la luz del último discurso reformista del hijo del líder libio, el ingeniero Saif al-Islam al-Khadafi. ¿El tránsito hacia la socialdemocracia?

Por Abdelmonem el-Lafi

Saif Khadafi.

Cuando escuché el discurso del hijo del líder, Saif al-Islam al-Khadafi (en el que critica el “Sistema Yamahirí de las Masas” teorizado por su padre hace más de 30 años y en el que anunció el fin de la historia con la instauración de la “sociedad de las masas”), enseguida me vino a la memoria aquel discurso de Khadafi padre, el 2 de marzo de 2002, incitando a todos los pueblos del mundo a aferrarse al “sistema de masas”, para luego escucharlo al presidente norteamericano George Bush anunciar en un discurso paralelo que “la salvación es para todos los pueblos que se aferren al liberalismo capitalista”. En ese momento creí que esos dos discursos iban a configurar dos líneas históricas paralelas y contradictorias “sin final” entre Libia y los Estados Unidos en particular.

Sin embargo, el reciente discurso del hijo del líder, quizás con consentimiento de su padre, indicaría que el régimen político libio se encamina hacia un acercamiento a Occidente y hacia altos niveles de legitimidad y de efectividad.

El nuevo discurso (de Khadafi hijo) considera que es imposible aplicar el mecanismo de mercado -en cuanto teoría económica liberal- en existencia de un sistema político económico “de masas” basado en una teoría y principios que difieren –al menos hasta este momento- de aquellos aplicados en los sistemas liberales de Occidente. Dije “hasta este momento” porque presiento la existencia de posibles intenciones por parte de Libia de congeniar entre la “teoría de las masas” del líder libio y la teoría liberal globalizadora de F. Fukuyama en su “fin de la historia”. El objeto de tal adaptación sería hallar la sintonía entre dos sistemas que son asimétricos, ya que cualquier contacto entre el mercado capitalista con su estructura globalizante y un sistema político social y económico dirigista “de masas” podría producir una ruptura dentro de un régimen de bases económicas de nula infraestructura, frágiles y corruptas, debido a malas praxis y desviaciones en los canales e “instrumentos revolucionarios” del sistema que se utilizaron para incitar a las masas a ejercer lo que se denomina “el poder popular” y atizar la ideología revolucionaria.

Parece ser que el hijo del líder quiso aclarar, por un lado, que sería imposible que el “Sistema Yamahirí de Masas” pudiera mantenerse o sostenerse a partir de ahora, dado que “es un sistema que perdió credibilidad y sustento y demostró su fracaso”, según su opinión. Por otro lado, parecería querer decirnos que es muy fácil “modernizar un Estado y democratizarlo de verdad” aprovechando los recursos petroleros, ya que a decir de Fukuyama es más fácil fundar una verdadera democracia en un país rico que en uno pobre.

En este nuevo discurso del hijo del líder (en donde se anuncia el nuevo proyecto, que pasa “de la revolución al Estado”) quizás puedan aportar algo las ideas de Fukuyama en el sentido de modificar y adaptar la teoría Yamahirí y sus instituciones a las nuevas circunstancias con objeto de crear nuevas leyes y un referente, así como “un nuevo marco constitucional”, que ordene las funciones de las instituciones políticas y las relaciones entre las mismas, para allanar el camino hacia la creación de un nuevo modelo más parecido a las “socialdemocracias” o “democracias sociales”.

A la luz de este nuevo rumbo, en tanto “un proceso de democratización por dentro” –y por lo tanto progresista-, quizás el líder no encuentre dificultad en aceptar el nuevo papel que le brindaría la “nueva legitimidad” en el marco del “nuevo proyecto del hijo” y sobre la base de la efectividad que cosecharía gracias a los beneficios de la transición hacia niveles más altos de bienestar económico y político en la nueva etapa de la “Libia del mañana” y más si el proceso es acompañado de verdaderas libertades personales y de prensa o de expresión en general. Sólo así se evitaría la reincidencia del régimen o su transformación en una democracia gris, frágil y limitada.

La importancia de la figura del hijo del líder en el nuevo rumbo político del país radica en su papel de eslabón entre el ayer y el mañana libio (expresión que utilizó el hijo de Khadafi para referirse a su supuesto proyecto reformista), pues para que la alternativa del cambio y de la reforma en esta fase transitoriasean factibles, es necesario que tal eslabón surja del mismo régimen político actual como modo de enlazar la vieja legitimidadcon la nueva. Claro está que este planteo presupone una “complicidad” a favor por parte del líder de la revolución y no valdrá forzar o violentar el cambio imponiendo un eslabón ajeno al actual régimen, si es que se quiere evitar un vacío perjudicial e inestabilidad poco deseada por el momento. De tal peligro se percatan todos los sectores de la sociedad incluyendo a la oposición libia en el exterior o la silenciosa oposición en el interior. Se trata de un riesgo que sólo es evitable mediante el verdadero consentimiento del líder de la revolución, quien posee las llaves del éxito del “nuevo proyecto reformista” en tanto dueño genuino de la legitimidad original.

Tal consentimiento y/o bendición por parte del líder harían que los sectores conservadores de “la vieja guardia” (comités revolucionarios, “instrumentos” de la autoridad popular, reacios al cambio y enfrentados a la corriente del hijo del líder) se retracten y desistan de poner palos en la rueda y hasta quizás se entusiasmen y renueven su lealtad a la “nueva legitimidad” por tratarse de una “extensión natural” de la “vieja legitimidad revolucionaria”. A tal comportamiento positivopor parte de la vieja guardiaayudará el hecho de que la mayoría absoluta de la población libia apoya el cambio y que si decide no acompañarlo quedaría marginada o sin chances en el futuro escenario político, a menos que elija encuadrarse en un nuevo marco que sea adecuado a las nuevas leyes del futuro Estado libio y contribuya a la continuidad.

La dificultad no consistirá en la conversiónde los párrafos del Libro Verde en cómodos artículos de una futura constitución del país luego de materializar sus partes teóricas y utópicas en otras más pragmáticas en el sentido liberal del término, sino en la adaptación de aquellos instrumentos revolucionarios que fueron creados para consagrar la ideología del régimen.

La fuente: el autor es un intelectual libio, máster en Relaciones Internacionales, ex profesor universitario en Trípoli, residente en la Argentina, donde dirige el Centro Cultural Libio.

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