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jueves, mayo 9, 2024

Llega a su fin el tren que no pudo derrotar Lawrence de Arabia

SociedadLlega a su fin el tren que no pudo derrotar Lawrence de Arabia

Llega a su fin el tren que no pudo derrotar Lawrence de Arabia

El servicio ferroviario a Hijaz, que desde 1908 transportó a los peregrinos musulmanes de Damasco a Medina a través del desierto, está llegando al final de sus días. Sobreviviente a los sabotajes del célebre Lawrence de Arabia y de tribus beduinas, es financieramente insostenible, por lo que difícilmente pueda seguir en operaciones.

Por Harry de Quetteville

El viejo tren, en la estación Hijaz.

DAMASCO.- Sobrevivió a los intentos de sabotajes de T. E. Lawrence y de bandas de tribus de beduinos, pero luego de un siglo de transportar pasajeros a través de Arabia, el celebrado ferrocarril Hijaz parece haber llegado al final de la vía.

Construido en 1900 para conectar Damasco con Medina, la ciudad santa musulmana, sus 1.600 kilómetros de vías fueron por mucho tiempo consideradas como el cenit del poder otomano y sus habilidades de ingeniería. En el film de 1962, Lawrence de Arabia, recreado por un Peter O´Toole vestido con túnica blanca, lidera a las tribus árabes para atacar el ferrocarril, que transportaba a las tropas otomanas a los frentes de la Primera Guerra Mundial.

Hoy, sin embargo, el magnífico material rodante que alguna vez incluyó el vagón personal del sultán, resplandeciente con paneles de madera y sillones de plush, fue reducido a un único y dilapidado vagón. Todo lo que permanece abierto de la vía original es una sección truncada de Damasco a la capital jordana, Amán, y hasta esa sección está enfrentando el corte.

Los funcionarios jordanos se han quejado de que el servicio, “tedioso y a paso de caracol”, se ha vuelto financieramente insostenible, y el ferrocarril que tanto Lawrence como los otomanos alguna vez consideraron crucial está destinado a cerrar definitivamente.

En Damasco, funcionarios sirios dicen que el viaje -que toma sólo un par de horas en auto, pero que en tren es una prueba de resistencia, ya que dura un día entero- ha sido rechazado por todos excepto por un puñado de pasajeros.

“Es muy viejo y no lo usa mucha gente”, dice Adnan Ebesh, el gerente de los ferrocarriles Hijaz. “En el pasado solíamos tener mayor frecuencia de trenes en esta vía, pero ahora la usamos mayormente para mercancías”. El Hijaz, que lleva el nombre de la sección noroeste de la península saudita que era el destino final del tren, abrió en 1908 luego de que 6.000 peones otomanos lucharan bajo el calor agobiante y las cambiantes arenas del desierto para lograr instalarlo. En su auge, en días de la moderna Arabia Saudita, transportaba a peregrinos a Medina haciendo que el viaje por el desierto, que antes se hacía en camello y duraba dos meses, durara solamente 55 horas.

El nuevo peregrinaje mecanizado se hizo conocido como “el peregrinaje de las mujeres”, y estaba destinado a aquellos que no podían hacer frente al rigor del viaje más tradicional. Pero para las tribus beduinas del desierto que perdían a sus clientes peregrinos, el así llamado “camello de hierro” se convirtió en una causa de resentimiento y ruina financiera.

Ellos fueron los primeros en atacar la vía férrea, con un levantamiento en 1910 brutalmente reprimido por los otomanos, luego de que una tribu robara y matara a pasajeros en el tren y arrancara una de las secciones de la vía. Luego Lawrence capitalizó el resentimiento beduino hacia el ferrocarril para conducir a las tribus a una campaña ambiciosa de sabotaje durante la Primera Guerra Mundial. Para ese entonces, los peregrinos que usaban la vía eran largamente superados por las tropas otomanas, desplegadas en la península arábiga.

La exactitud de Lawrence con los explosivos era tan conocida que se decía que los boletos de los asientos de la parte posterior del tren, lejos de la locomotora, costaban varías veces más que aquellos del frente. Aún se ven ruinas de locomotoras en ciertas secciones de vías abandonadas en Arabia Saudita.

En Damasco, la estación central Hijaz, con los vidrios de sus ventanillas manchadas, también está agonizante. Las vías que alguna vez se extendían a la distancia fueron arrancadas, y ahora frente a las boleterías cerradas se venden libros.

El último de los trenes de Hijaz sale de una estación a pocos kilómetros del centro de Damasco donde Majid Mattar, el gerente de la estación, vende boletos por aproximadamente 3 euros. “En el tren la gente puede disfrutar del paisaje, relajarse y hacer un picnic”, dice. Para Haitham Mohamed, un pasajero habitual: ”Es más barato y más divertido que el auto”.

Pero mientras el señor Mattar presume y dice que al tren le toma sólo de “cuatro a cinco horas” hacer el recorrido, en la práctica al motor a diesel que remplazó las locomotoras de vapor usualmente le toma el doble de ese tiempo. Un viaje típico de Damasco a Amman puede alcanzar hasta 12 horas.

“Partimos a las ocho de la mañana y llegamos alrededor de las cinco de la tarde”, dijo Anne McMullan, de Belfast, quien hizo el viaje esta semana. “El tren tocó la bocina casi todo el tiempo para avisar a la gente que se mantuviera alejada de las vías. En una oportunidad, un mercado entero tuvo que moverse a medida que nos acercábamos. “Me doy cuenta de que es muy caro mantenerlo funcionando para tan poca gente, pero será una terrible lástima que cierre completamente”.

La fuente: The Telegraph (Londres, Reino Unido). La traducción del inglés pertenece a María Inés Viturro para elcorresponsal.com.

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